Jesús se identifica con quien tiene hambre, sed, está desnuedo y extranjero, con el que está enfermo o en la cárcel, con quien es presa de la duda o está afligido y necesita ayuda y consuelo para no caer en la angustia. Por eso, cuando socorremos a alguien que está en estas situaciones lo hacemos con Dios mismo. Es la invitación que hace Jesús a todo cristiano: asistir a quien nos necesita; del mismo modo, nos invita a perdonar como Él lo hace con nosotros. Como señala Rino Fisichella, "la lectura de estas páginas será un apoyo para quienes durante este Jubileo de la Misericordia quieran ser testigos, en el silencio de la vida cotidiana, del redescubrimiento de estos gestos tan sencillos y concretos que colma el corazón de alegría y dan verdadero consuleo".